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David contra su Goliat



David Cameron acezante, bullía en medio de un auditorio de ejecutivos de firmas financieras por la efervescencia de defender la importancia de la UE, como eje en el que se vertebró una paz durante siglos impretada en el continente. De pronto, el tiempo merodeó entre un auditorio perplejo que es el de la City, al que el pasado le sugiere poco más que una variable de su modelo de riesgo VAR ¿De qué guerras hablaría Cameron? ¿El Primer Ministro no pecaría de exageración?(1) El Premier británico se consume en su propio laberinto, cuando sin solución de continuidad abocó al país a dos referendos seguidos, donde discuten la esencia de lo que son y la polarización de la sociedad de las islas, ha sido más que evidente. Estas consultas nos han puesto también en el disparadero al resto de europeos, pues la UE como constructo inacabado, afronta en plena crisis nuevos paradigmas en este caso globales. Lo peor de todo, es el limbo con el que nos toparíamos hasta que se resolviese toda la telaraña de los tratados y en segundo lugar y más importante, que cunda el ejemplo de Reino Unido y se cuestione en otros ámbitos el complejo proyecto europeo. Creemos escuchar entonces el viejo adagio en cuanto a que la denostada clase política, necesita primero crear problemas para luego acudir como héroes en nuestro rescate.



Reino Unido en una de sus encrucijadas más artificiosas


Pero volvamos a vuelapluma, al objeto de esta publicación, mientras avanzamos a toda máquina hacia el día de autos, el 23 de junio, donde nos aguarda la incertidumbre. Queríamos para ello desentrañar parte de una historia olvidada, en un continente al que le suenan lontanas unas guerras que sembraron de cadáveres nuestro suelo . Así, a poco que alarguemos el cuello, la sucesión de guerras y ecos belísonos se extienden a lo largo del siglo XIX. Aunque si alzamos todavía más nuestros cuerpos, nos ponemos de puntillas, alcanzamos a ver la Guerra de los Treinta años que marcó nuestra decadencia como potencia europea. La Guerra de Sucesión española es otro ejemplo de guerra continental, por lo que no es difícil concluir que las naciones europeas han guerreado unas con otras desde tiempos inmemoriales. Con todo, los considerados padres fundadores de la Unión, Schuman, Monnet, Adenauer entre otros, en su exposición de motivos, no aludían a aquellas contiendas remotas, sino que fijaban sus desvelos en la rivalidad nacida en las guerras napoleónicas entre la por entonces naciente Prusia-Alemania(2) y Francia. 


Soldados en una escollera - trinchera, en la Batalla
de Verdún, cuyo centenario acabamos de celebrar,
atestiguan un pasado bélico y sin paz europeo


A ellas les sucedieron todo un reguero de conflictos de tono menor, hasta que nos cruzamos con la guerra Franco- Prusiana que en Sedán dejaría aparte de una buena recolecta de muertes y despojos humanos(3)disputas territoriales que los derrotados galos querrían enjugar lo más pronto posible. Por eso no nos extrañan los aires de fiesta que presidieron las primeras partidas al frente de la Primera Guerra Mundial que sería devastadora no sólo en el plano material y del sufrimiento humano, porque sus huellas se dejaron sentir en la moralidad, la ética, que variarían de rumbo tras los horrores de 1914-1918. Más tarde vendría la IIGM en un frenesí de violencia que ni la Sociedad de Naciones, idea original de Woodrow Wilson(4)supo entonces frenar. Con todo esto adonde queremos llegar es a que la paz debemos entenderla en nuestro continente como una hermosa excepción. Tampoco nos creemos que nosotros seamos unos seres más concienciados que nuestros antepasados, puesto que a la mínima que nos azuzan salen las facciones más populistas y rupturistas en todos los países que conformamos esta bendita entelequia que llamamos Europa.

Sin duda, los padres fundadores creyeron que el comercio y la trabazón de intereses económicos, alejarían las ansias bélicas que habrían caracterizado nuestra historia. Basándose en las hipótesis ricardianas (5) referentes a que las ventajas comparativas de las estructuras económicas de los países con economías abiertas, acababan beneficiando a todos, espantaron los fantasmas de la guerra. Hemos transitado un largo camino desde entonces, con uniones monetarias que siempre exigen una disciplina fiscal, pero no debemos olvidar que la UE es todavía un constructo que ha vivido sus peores momentos con la crisis financiera que ha arreciado con especial dureza contra los que considerábamos sus sólidos cimientos. En otras crisis como la humanitaria, ha brillado el coro de voces de los distintos intereses nacionales frente a una Comisión completamente inerme. A pesar de los pesares esta Europa es mucho mejor que lo que teníamos. Tratados revanchistas como el de Versalles o el alocado de Trianón, que encerró a enemigos y nacionalidades irreconciliables en las mismas fronteras ( ver reseña  que hicimos de la novela de Eric Ambler que construye magistralmente una trama a partir de los despropósitos de Trianón y que colocan en el disparadero a su protagonista https://elazoguedemidesespero.blogspot.com.es/2016/01/apatridas-de-trianon.html ).  



Jean Monnet soñó una Europa sin conflictos bélicos



Por último, un análisis de los debates que han surgido en la isla y que apelan a las entrañas de los electores, no auguran un final racional para esta historia de desamor. Es verdad, que los británicos fueron los grandes escépticos que han cuestionado los que ellos denominan mausoleos de la burocracia  europea, aun cuando los recursos que absorbe la maquinaria europea para una administración tan compleja en términos de PIB no sea tan cuantiosos como podríamos colegir de la aparatosidad de algunos de sus edificios. El ejemplo de las varias sedes, el Parlamento europeo itinerante, es más un reflejo de los tiras y aflojas nacionales, que no quieren ceder o mermar su poder dentro del ámbito europeo. Por otra parte, la UE ha tratado de demoler, armonizar reglamentaciones que lastraban el comercio interior y que eran barreras a la competencia de los productores nacionales. 

Más allá de estas disquisiciones acerca de la burocracía, los euroescépticos han logrado transmitir una imagen de una GB que ha dejado de existir hace muchos años. Como España, la UE desvió nuestros comercios e intereses de Sudamérica- Commonwealth a una órbita intraeuropea. Los partidarios de la salida dicen sin esgrimir datos convincentes, que reflotarán el país orientándolo hacia sus antiguas posesiones. Nos recuerdan a los nacionalistas rusos que creen que el venero perdido desde el comunismo en la esfera internacional, se recobraría con las viejas políticas de un mundo que ha dejado de existir. India orienta sus esfuerzos hacia la unión de ASEAN Pacífico, en fin, su fuerza en el Referéndum ha consistido en fomentar el orgullo británico frente a la UE, como si fuesen antitético al orgullo de sentirse también europeo o en crear una quimera que murió hace más de un siglo. Además se ha convertido en un debate generacional, como la guerra de Los diarios de la guerra del cerdo de Adolfo Bioy Casares. Antes de despedirnos, lamentamos que la visceralidad de la disputa o la locura de un perturbado haya acabado con la vida de la diputada laborista Joe Cox, un ejemplo de vida por su dedicación a los demás, y una lamentable pérdida.   



La herrumbrosa Gran Bretaña, que implora porque vuelvan los
viejos tiempos del Imperio y la Commonwealth




 (1)      La memoria frágil de los europeos respecto a su pasado teñido de guerras, nos recuerdan a los famosos versos del Cuaderno de viajes de  Heine:

" La vida y el mundo son el sueño de un dios ebrio, que escapa silencioso del banquete divino y se va a dormir a una estrella solitaria, ignorando que crea cuanto sueña... Y las imágenes de ese sueño se presentan, ahora con una abigarrada extravagancia, ahora armoniosas y razonables... La Ilíada, Platón, la batalla de Maratón, la Venus de Médicis, el Munster de Estrasburgo, la Revolución Francesa, Hegel, los barcos de vapor, son pensamientos desprendidos de ese largo sueño. Pero un día el dios despertará frotándose los ojos adormilados y sonreirá, y nuestro mundo se hundirá en la nada sin haber existido jamás. "

(2) Recordemos primero los Zollverein, en 1829, unión aduanera y luego, en 1870 vino el país, cuyas diferencias no sólo pesan en el paisaje todavía, también son ostensibles en las divergencias políticas a pesar de la imagen férrea y unitaria que se tiene de los teutones desde el exterior. Esta unión lenta, que esconde viejas rivalidades aún latentes, puede ser el espejo en el que nos miremos los europeos, a los que nos sorprende el lento aggiornamento o ayuntamiento de los diversos países que componen la constelación de Bruselas. Los procesos históricos son pesadamente poco vigorosos. La UE enfrenta de hecho, retos debido a la crisis, que le han obligado a experimentar con medidas poco acertadas. Existe como en todos los procesos de ajuntamiento muchas tensiones de soberanía e intereses de poder, que conjugados a la sazón de un nacionalismo oportunista, nos lleva a apelar a un orgullo patrio muchas veces irracional. 


(3)  El gran pintor Bazzille murió en dicha guerra baleado.

(4) Paradójicamente por el procedimiento de fast track, que habilita al Presidente la firma de tratados de política exterior pero que debe refrendar el Senado americano, pues como decíamos, los senadores americanos tumbaron el proyecto y sueño de Wilson. Así que la nueva organización nacía herida de muerte. 
(5) Economista David Ricardo, gran autodidacta y que merecerá un largo post por su influencia en el conocimiento económico. 



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