Q uién no ha escuchado este fragmento del Juan Tenorio de Zorrilla , que casi puede recitar de memoria como uno de los pasajes de amor más recordados de la literatura: Cálmate, pues, vida mía; reposa aquí, y un momento olvida de tu convento la triste cárcel sombría. ¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor? Pero en aquella ocasión los murmullos crecieron con más razón en el Rialto, pues el hombre/mujer que recitaba el párrafo lleno de cursilería romántica para los modernistas, se decía que había sido amante del Generalísimo. - No puede ser. Creo que te confundes, Álvaro.- Al aludido del patio de butacas, le brillan los dientes impolutos en la oscuridad de la sala, mientras su compañero le aclara con rigor casi científico, que Ana Mariscal (1) nunca fue novia de Franco. - Era la novia en la gran pantalla de quien suponemos que es el alter ego de nuestro Generalísimo. - Con imaginar el rictus s
Un viaje por la historia y la cultura