“Para encontrarte a ti mismo, piensa por ti mismo” Sócrates. Sin duda, la esfera ardiente e insidiosa se había elevado por encima de los combatientes, una maraña de falanges que se debatían en las planicies de Delio, por una bocanada más de vida. Cómo no, habían olvidado el objetivo efímero de la refriega, la toma de la urbe. Cuando se combate cuerpo a cuerpo, la muerte quizá te aceche con la forma de la lanza de un hoplita beocio, que hiende tu costado buscando las partes blandas ¡Eres su rival, un soldado ateniense! En tu cuerpo sarmentoso sientes el filo de la misma, mientras resueltamente quieres abrir el yelmo del beocio. Él no cesa en su empeño, ¡lucha animal! Sócrates , o en este caso tú que es lo mismo, miras la muerte de frente, pero no ha lugar al miedo cuando la pugna es tan a cara de perro. Si se produce el menor descuido, Caronte te invitará a darte una vuelta en su barca (1) . Con todo, el beocio persiste, y araña tu armadura en un acto de deses...
Un viaje por la historia y la cultura