Lastrado por el cansancio que le veteaba el rostro y con una barba fosca, a retazos alba, Juan Eduardo Zuñiga aparecía en un reportaje que desgranaba las razones de su Premio Nacional de las Letras españolas 2016 . Todos los focos de su ejercicio artístico se adensaban en el periplo literario por la Guerra Civil, que iba a marcar sin duda una trayectoria muy dilatada de este escritor provecto , que despertó desde la más cándida infancia a la resaca del saber, porque prontamente se embebió en los mamotretos egipcios en la soledad de su chalé de Prosperidad. Zambo de tanto entumecimiento, de hurgar con sus narices en aquellos ejemplares, se levantaba como tocado por el alcohol, a repetir unos trancos que le sacasen del encogimiento. Allí, también descubrió en un despertar tumultuoso a la edad adulta al gran Iván Turguéniev , que le reveló el rastro que dejan las grandes pasiones en la vida, que reverberan con la misma intensidad de los acontecimiento...
Un viaje por la historia y la cultura