C omo en tantas otras ocasiones, que una opinión en exceso encomiástica, demora una lectura muy recomendable, pues de esta guisa nos presentamos ante Oona y Salinger . La novela envuelta en el polvo, languidecía en un lugar remoto de la estantería, escondida entre tomos de finanzas. Hasta que despertó de su sueño, una tarde que balanceé el ejemplar en mis manos. Obra de uno de los enfant terrible del panorama literario actual francés, Frédéric Beigbeder desde las primeras páginas aborda la historia en un estilo muy particular. Encareciendo al lector que comprenda sus ansias de contaminarse de la candidez de la juventud y de no envejecer nunca. Nos transporta a su universo particular, lo que sonará frívolo para no pocos, pero que a posteriori cobrará sentido. Beigbeder cuenta cómo esquiva a cualquier coetáneo, para que no le imbuya en la clase de problemas típicos de la cuarentena. Los hijos adolescentes, la escasez de tiempo personal, las arrugas que crecen por doquier ...
Un viaje por la historia y la cultura