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Número 8 de la rué de Amyot

Quien no recuerda las melenas híspidas de Modigliani , cigarro en ristre y el sol hiriendo sus rostros en lo que parece un leve receso en el coloquio artístico. Pablo Picasso también parece sonreír, pero le guarda viejos agravios al italiano, que retrepado en su poderío físico, amilana al gran genio. Su francés italianizado, el pañuelo siempre bien puesto y a pesar de una americana, que desvaída y mugrienta espantaría en cualquier otra percha, en la del italiano luce espléndidamente. Además, nota el malagueño el revuelo que causa el joven de cabello agitado, mecido por el viento, cada vez que bravucón apura su vaso de absenta, bebida de artistas y de vampiros, ya que las damas le contemplan de forma soterrada y llena de añoranzas. Anhelos de ser abrazadas por aquel hercúleo licencioso con las musas.  En cuanto se va a su pieza, a discutir veladamente con su amigo, el escultor Brancusi , las mujeres bisbisean y queda en el aire, un vago recuerdo a trementina, absenta y a aquel tab...

La Escuela de Atenas de Rafael

Al turista de cara lechosa y arreboles, pesaroso por el escozor que le había azuzado a pleno sol, y con los pasos que se le hacían eternos en la cola, donde había aguardado para entrar en los Museos Vaticanos , le invade gozoso de pronto una alegría, en cuanto reconoce el conjunto del Laoconte . Deja de serpentearle el insidioso sudor por la espalda y la fatiga ha desaparecido ( quizá se palpe el cuerpo para comprobar que los ofidios del conjunto escultórico no se devanean en el suyo). Pero vuelve a impacientarse mientras contempla las salas cerradas repletas de figuras y más figuras igual de esbeltas y de marmóreas, cada una un potosí en valor, pero el “ mal de Stendhal ” cernido a su mente  hace que añore la Capilla Sixtina, que producirá una  oleada de rumores entre los visitantes y algún que otro chillido espontáneo, pues el agraciado viajero se halla en uno de los lugares más mágicos del planeta. Nada que ver con el conciábulo donde se nombre al nuevo regidor de la Igle...

Perito en lunas

A ratos, filosofo sobre las hechuras de los genios, da igual el lugar porque mi mente inicia una andadura por esta vereda sinuosa, de unos contornos demasiado imprecisos. Algunos autores aseveran que es condición sine qua non tener una seguridad material, aunque se me ocurren a bote pronto un aluvión de contraejemplos, desde los pintores renacentistas, hijos de humildes artesanos, que fueron captados por maestros deseosos de su brillantez y al final, el venero de su genio les permitió abrir su propio taller, hasta los bohemios, cuya fe les valió un lugar en el Parnaso del arte. Aquí nos vienen a la memoria Miguel Hernández y Amadeo Modigliani . Sin duda, habrá paradigmas de lo contrario como el conmovedor Pedro Luis Gálvez , de oficio sablista y capaz asimismo de ser un maravilloso sonetista. Era en palabras del maestro Cansinos Assens , un rimador de brillo, al que sin embargo, su inconstancia había frustrado que cuajase como uno de los grandes poetas. Con fama de perdulario, l...

Las acuarelas de Tamerlán

La lectura reposada del dominical con las pantuflas en las que se embebían mis pies y los tragos cortos de café, albergaban algunas veces muchas sorpresas. Porque agazapada entre noticias más propias del día de la marmota, como la casmodia de una ceremonia de los Goya carente de ritmo y la negociación eterna para conformar un gobierno en España, enseguida un titular había reclamado mi atención: se habían subastado dieciséis acuarelas de un autor maldito por cuarenta mil euros. La vivienda del Dr Bloch es la pieza más valiosa, con la firma inflamada y la subjetividad de nuestros ojos, que se disparan en cuanto se juntan las letras que por antonomasia han encarnado el odio: HITLER . Apenas recordábamos bajo la frágil mirada del Führer en La Guarida del Lobo , sus ínfulas de artista. Estragado, la bestia luciferina andaba exánime como un saco al pasar revista a sus tropas. Sin duda, las arrugas y la piel verde velaban la imagen del líder, que no guardaba ningún parecido, con el gesto...

Cafés de Madrid, parlamento y cuna de literatos.

S e sumaron varias mesas para recibir a la plétora de nuevos poetas entre las brumas de tabaco del Colonial . Con un fino bozo, albergaban sus congojas más secretas, en peregrinación a mendigar un veredicto de aquel tipo extraño, que parecía un chambón debido a su larga estatura. Más alto que la torre Eiffel, solían decir sus coetáneos, al divisarle con sus morosos trancos en el Paseo del Prado, mientras peroraba con un Borges , iniciado en los misteriosos mundos de la literatura gracias a él, Rafael Cansinos Assens . ¿Se habría inspirado el bonaerense en aquellos lejanos paseos por el Madrid del veinte, para escribir la parábola de la tortuga y Aquiles? El propio autor de Ficciones que se reconoció  mal versificador, se empapó en cualquier caso de la sapiencia del fundador del ultraísmo y hasta perpetró unos pésimos versos ultraístas, que había escondido para dejar inermes a sus críticos más acerados, pero que en su visita homenaje del 85 en el Centro de la Villa, había confes...

"Miau", aguarden su turno

Releer Miau y en cualquier caso la literatura galdosiana, dada la facilidad con la que el genio canario se madrugaba una novela de calidad excelente, siempre es un deleite para los sentidos. Decimos bien que son los sentidos los que se recrean, pues con afán pictórico aparecen las estampas de un Madrid decimonónico, entreveradas eso sí, con tramas que parecen eternas. Como sociedad, cumplimos una especie de Destino Manifiesto , para que repitamos los mismos errores y costumbres, de forma mal disimulada.  Quizá la relectura más interesante de Don Benito a estos efectos de comprender la España que ha cambiado mucho en lo aparente, pero que sigue teniendo un ejército de meritorios pululando en pos de los puestos oficiales, sea Miau.  Confesaremos que nos enternece su nieto, Luisito y el abuelo, incansable aspirante a un puesto público en la España donde los cambios del turno, generaban a su vez una convulsión en los despachos y en los puestos de confianza. En uno de aquellos...

El Aleph

-           A mí me pasa con la literatura argentina , lo mismo que con la rusa.- Sentenció con ojos azogados José Manuel, bohemio de chilaba y perilla, con el que conversaba morosamente sobre libros. Esbozábamos sonrisas ya que nuestros comentarios se alimentaban de una clandestinidad que a los demás se les hacía plúmbea en un difícil entorno, como el que representa el parque donde juegan nuestros niños, veteado de sobresaltos. ” Marta, no pases por el carril bici ” reconvenía a sus hijas con los brazos abiertos y dando tortazos a diestro y siniestro, como padre solícito y molino gigante. “ La torta antes que el accidente ” me dijo quijotesco José Manuel, sabedor que el método de la torta estaba algo trasnochado, aunque era eficaz cuando los niños se empecinaban en hacer algo peligroso.  A pesar de aquellos sustos “ macanudos ” mascullábamos entre dientes o destilábamos una flema, que sólo los dos entendíamos porque estaba fijada por...