El pelo ensortijado y
blondo, caía sobre la frente de la momia, que los eficientes funcionarios imperiales habían incorporado para que ambos dignatarios se saludasen. Uno por supuesto desde el más allá. Con la cara avinagrada, el Primer Emperador aclaró que él no venía a visitar una momia, "sino a un rey". Aquella mañana su camarilla más cercana, le había observado demasiado efusivo, como si hubiese inhalado los espíritus del conquistador o alguna que otra hierba que el mojigato Augusto tomaba siguiendo los consejos de su druida. Como tampoco libaba, el estado casi triunfal extrañaba en grado sumo a su círculo más cercano- Porque nuestro César, lloró al comparar sus conquistas con las del más grande. Un respeto, por favor ¡Cornelius, acérquese!- El fiel compañero se arrimó tembloroso, pues nunca había visto al emperador embebido de las fiebres de grandeza como le había ocurrido con el macedonio.- Él acabó con siglos de rivalidad entre Oriente y Occidente. Rindió con sus falanges a todo un imperio persa en las llanuras de Gaugamela.- El emperador Augusto parecía un rapsoda, sólo le faltaba el arpa. Cornelius pensó que omitía un detalle delicado, pues las hordas del macedonio arrasaron la bella Persépolis
- Ni Maratón ni Termópilas.- Siguió con la cantinela. El Sumo Pontífice (1)había leído Las Guerras del Peloponeso de Tucídides o a Heródoto, por lo que se conocía la historia de la Grecia Antigua de manera puntillosa Por otra parte, anhelaba una verdadera épica que engrandeciese a Roma, y encargó a Mecenas, su amigo de lealtad inquebrantable y con una fortuna incalculable, que uniese a los griegos con las estirpes italianas en su labor de mecenazgo ( de este romano ilustre proviene precisamente la palabra). Así, el gran poeta Virgilio en Las Eneidas, describe las peripecias de Eneas, hijo del troyano Anquises hasta fundar una Roma entroncada de esta forma tan noble con los griegos, como son los lazos de sangre. Cornelius que se había sumido en el deliquio, pensaba en todas estas cosas. El emperador seguía farfullando los logros del rey invicto, cuando el sirviente se resabió al imaginar a Diógenes, el filósofo cínico(2) reponiendo al todopoderoso macedonio, que le había dicho con su comitiva rodeándole, si podría hacer algo por el pensador. "Sí, te corres de ahí, que me tapas el sol"
- Porque ni siquiera el Rey Poros, que conocía el terreno mejor y tenía más soldados desplegados en el río Hidaspes logró vencerle. Y fijaos si era grandioso, Alejandro, que con un rival vencido y honorable, no le pudo la sangre caliente para volcar toda su ira contra él. ¿ Sabéis qué le dijo al acabar la batalla?- Augusto se dirigió a su comitiva, cuando adivinaba la silueta de la momia del gran conquistador incorporada al fondo de la sala que recorrían despaciosamente, demorándose además en la conversación. - ¿Lo sabe alguien?
- No, señor.- Respondieron en coro, todo el séquito de Augusto, como unos colegiales que no se supieran la lección.
- Cuando el noble macedonio le preguntó que cómo quería ser tratado, éste le repuso que como un rey.- Un brillo de emoción en el rostro de Augusto, al reconocerse en aquellos dos héroes como un hombre igualmente poderoso - Con el enemigo grande, hay que ser grande.- Entonces sin más dilación, el Emperador agilizó sus pasos hasta llegar a la altura de la momia, a la que fue a besar pero con tan mala suerte que la nariz se desprendió de la faz del conquistador. Un aullido sordo en la sala, todos contuvieron la respiración. Nunca hubieran imaginado que acabase tanta parafernalia con un hecho que podría atraer los malos augures.
El Sumo Pontífice disimuló lo suficiente, y cuando se fue, le temblaba la voz. - Querido Cornelius, habrá que consultar a Delfos del significado de este hecho.- ¡Había mochado la nariz a su ídolo! No obstante, Augusto tuvo un desempeño fabuloso en su cometido como emperador. En el lecho de muerte, se regocijaba porque había transformado Roma, que pasó a ser una ciudad de ladrillos a revestirse de mármol. Aunque le persiguiese en sueños la imagen de aquel día, el Macedonio sin nariz. De vez en cuando, soñó que un caprichoso Cayo Calígula robaba la coraza que exhibían los restos del atribulado conquistador. ¿Quién sería semejante mentecato? - ¡Cleopatra y Marco Antonio ya robaron lo suficiente para financiar la guerra contra mi! Qué poco respeto, razonaba en voz alta. Y su peor pesadilla, que saqueaban la tumba y se llevaban a la momia, hecho que le reconfortaba algo, pues ensombrecería su mala suerte. "¡ Tuvo narices la cosa!" Le decía su fiel Cornelius medio en broma al emperador, para mejorar su ánimo. - Y sabes Cornelius, que creo que muchos oportunistas se disputarán el hallazgo de la verdadera momia del conquistador, porque un día ésta desaparecerá.- El haz inextricable de los sueños, le revelaba estos hechos al gran Augusto, que no sabía dónde poner la corriente de voces que le musitaban cosas tan extrañas, en cuanto se hallaba en los predios de Morfeo. - ¿ Será verdad?
El Sumo Pontífice disimuló lo suficiente, y cuando se fue, le temblaba la voz. - Querido Cornelius, habrá que consultar a Delfos del significado de este hecho.- ¡Había mochado la nariz a su ídolo! No obstante, Augusto tuvo un desempeño fabuloso en su cometido como emperador. En el lecho de muerte, se regocijaba porque había transformado Roma, que pasó a ser una ciudad de ladrillos a revestirse de mármol. Aunque le persiguiese en sueños la imagen de aquel día, el Macedonio sin nariz. De vez en cuando, soñó que un caprichoso Cayo Calígula robaba la coraza que exhibían los restos del atribulado conquistador. ¿Quién sería semejante mentecato? - ¡Cleopatra y Marco Antonio ya robaron lo suficiente para financiar la guerra contra mi! Qué poco respeto, razonaba en voz alta. Y su peor pesadilla, que saqueaban la tumba y se llevaban a la momia, hecho que le reconfortaba algo, pues ensombrecería su mala suerte. "¡ Tuvo narices la cosa!" Le decía su fiel Cornelius medio en broma al emperador, para mejorar su ánimo. - Y sabes Cornelius, que creo que muchos oportunistas se disputarán el hallazgo de la verdadera momia del conquistador, porque un día ésta desaparecerá.- El haz inextricable de los sueños, le revelaba estos hechos al gran Augusto, que no sabía dónde poner la corriente de voces que le musitaban cosas tan extrañas, en cuanto se hallaba en los predios de Morfeo. - ¿ Será verdad?
- Es peor por lo que me cuenta, que arder en el fuego eterno, pero 'la vida es sueño y los sueños son'(3), mi querido Augusto. Yo no creo que ocurra nada de eso- Rezongó el criado que quería disimular para apartar al gran dirigente romano de sus grandes obsesiones. Otra de ellas, la de la puridad sexual le hizo regular las relaciones sexuales de sus súbditos.
Y aquí acabamos esta recreación de la visita de Augusto a la tumba del conquistador, porque El Soma de Alejandro, daría para muchas más historias que merecen la pena ser contadas, pero que reservaremos para otra ocasión. Fue costumbre de los romanos mientras aquél se mantuvo en pie, visitar el hipogeo del macedonio. Luego creemos que con la difusión del cristianismo, la tumba de un ídolo pagano se dejó de venerar y al ser menos vigilada, se convirtió en objeto del pillaje. De hecho, se considera la tumba como el otro Santo Grial de la Arqueología. Muchos embaucadores y personajes de buena fe, como el descubridor de Troya, Schliemann se han arrogado su descubrimiento, que más tarde se supo falso. A esta larga lista de impostores, les dedicaremos como decíamos, una entrada. Entretanto, para ajusticiar la memoria del gran macedonio, lean este maravilloso artículo que les dedica a todos ellos el diario ABC
(1) El emperador aglutinaba bajo su regia túnica infinidad de cargos, como los contactos con el más allá. Era el puente con el más allá.
(2) Fueron bautizados como los cínicos , porque debido a su poco apego por lo material, para el común de los ciudadanos, vivían como perros, origen de la palabra cínico.
(3) Conocido párrafo de La vida es sueño, obra como todos sabemos, de Calderón de la Barca.
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