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Dark matter in Solaris


Haces de vida, fogonazos de materia oscura y largo aliento de neutrinos se entremezclan en esta fantástica alegoría de ciencia ficcion, que nos induce a hondas reflexiones filosóficas y que nos rescató hace unos días en un epígrafe fabuloso, Rubén Angulo , y que no es otra que Solaris de Stanislaw Lem. Con su relectura experimentamos cómo el poso de los años y las diferentes sapiencias, nos hacen que cobren más énfasis determinados aspectos del libro y de la genialidad del autor que nos habían pasado desapercibidos, y con los que es capaz de crear una ficción de nueva ciencia, a partir de destellos de la realidad de la física. Aparecen los neutrinos, una de las partículas más desconcertantes de nivel subatómico, y que valdrá un nobel cuando se capture de forma más protocolarizada, de la que se creía equivocadamente por otra parte que no tenía masa ( se busca y un español va  a la zaga de proyectos japoneses y canadienses, en viejas minas, con agua pesada). Pues como decíamos, esa partícula da relieve a una parte de la trama de Solaris, imbuyéndola de una aureola científica, que aunque creíble, no dejan de ser especulaciones de Lem que quizá entronquen con el mundo de las ideas platónico. 


La misteriosa novela Solaris,
que cobra otros rubros muy diferentes
a los de su divertido argumento



En este caso, en el mundo idealizado proyectaríamos nuestros anhelos, desesperanzas y congojas(1), pero ayudados por Solaris que es una especie de inteligencia subsumida en un océano conformado de plasma y diversas materias.  Al mismo tiempo que Lem cose la trama en torno a su personaje principal, Kris Kelvin, va cosechando fumarolas de una ciencia secular que intenta descifrar la inteligencia de aquel planeta consciente. En vano, las sucesivas expediciones tratan de comunicarse con aquel magma, y es que como murmuraba irónico Stanislaw, refugiado en sus anteojos y una sonrisa inteligente, el ser humano busca existencias que se reflejen en el azogue de la suya propia.  No daremos más pistas a fin de no aventar una parte de la trama de la novela( los tan de modas spoiler, anglicismo al que se recurre por esnobismo)

Asimismo el filósofo Karl Popper,  creyó que emanaría la nueva religión apegada a la ciencia, y que nos hablaría de un paraíso pergeñado de estrellas, donde el desconocimiento quizá fuese secular. Esta percepción del Universo, lleno de misterios indescifrables, choca con la más originalmente cándida, representada por Carl Sagan o Stephen Hawking , sobre las cuales abundan en concepciones donde casi nada escapará al ojo humano. Lem como Popper es sin duda mucho más escéptico a este respecto. Mientras una suerte de musa solaristica nos murmura que acaso la vida inteligente tambien nos aguarde en "el reverso tenebroso" de la materia y energía oscura, que no se revela de tal manera electromagnética como la materia ordinaria. ¿ Por qué no puede existir inteligencia en formas  "no electromagnéticas? Nos vemos atrapados por la novela, por el planeta que brota misterioso a través de sus páginas y que nos permite a los lectores efusiones inesperadas de la realidad. En  Solaris por consiguiente nos rodeamos con unción de las incógnitas que nos torturan como seres inteligentes. ¿ Estamos acompañados en la inmensidad celestial? ¿ Podremos comunicarnos con esas otras existencias? ¿Serán inteligencias parecidas a las nuestras? Son preguntas que nos azoran y que el escritor polaco explota con delectación y con un ejercicio literario de primera magnitud.

Lem, abrigó en sus novelas corrientes filosóficas e incluso religiosas,
en argumentos que lejos de ser plúmbeos, despiertan nuestra imaginación
CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1256
 Stanisław Lem in 1966, courtesy of his secretary, Wojciech Zemek.


Por último, recalquemos que la visión solarística es más acorde con nuestra interpretación del Cosmos. Estamos en cualquier caso constreñidos por un tiempo y una posición del espacio, que haga que las huellas de lo ocurrido se desvanezcan por siempre jamás, de modo que siempre nuestro conocimiento será relativo. No en vano, la radiación de fondo de microondas desaparecerá en poco tiempo ( hablando en términos de tiempo cósmicos, no humanos), borrando cualquier testimonio que quedase del Big Bang ( ver semblanza que hicimos del científico que puso irónicamente este nombre al nacimiento de nuestro universo, Hoyle y de David Bowie ). Algún intelectual se preguntaba si no han desaparecido otros marchamos de un universo prístino, y han abogado por teorías como los multiversos, paralelos o no, que son hipótesis evanescentes que tan sólo se sustentan en el papel. Como meras formulaciones están sujetas a una fe que no se desmerece de otras religiones, y es que el ser humano es religioso en cuanto busca una explicación de su ser en la trascendencia. 


Alien con silueta antropomórfica.
Gentileza de pixabay.



(1) Harey, mujer que se había suicidado aparece alentada por el recuerdo del protagonista principal, Kris Kelvin, con el que juega Solaris, la presencia omnisciente que tiñe cualquier experiencia que se dé en el planeta hecho de protoplasma.



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